sábado, 26 de septiembre de 2009

25 Minutos para Sobrevivir: despertando a la vida...


Víctor Aránguiz, siempre estaba ocupado. Su día a día, no era más que trabajo y trabajo. Apenas si tenía tiempo para ir al gimnasio, y ejercitar su cuerpo agotado...Sus días no eran siempre iguales debido a su dinámica profesión como Guía Turístico, pero aún así, se habían convertido en una rutina que seguir. Aquel mismo jueves de mitad de mes, y camino a casa, sintió un enorme escalofrío que le recorrió todo el cuerpo. Este escalofrío fue producto a un pensamiento que le cruzó por la mente...tenía 35 años, una bella casa, un auto nuevo, muchos lujos, muchos amigos y amigas, sus padres vivían cerca de el y gozaban de buena salud y buen vivir, sus hermanas Francisca y Javiera pasaban por los más importantes momentos de sus respectivas vidas: la primera se había casado recientemente, y la segunda se había convertido en madre luego de 4 años de intentos fallidos...La mayor parte de sus amigos estaban casados, o al menos, viviendo en pareja. Muchos incluso contaban con hijos. Pronto pensó en si mismo, como casi un ermitaño, y ahora le quedaba claro aquel apodo que en la última junta de amigos le habían propinado...Realmente le recorrió el cuerpo aquel escalofrío…

Llegando a casa, sonó el teléfono, era Martín Jusik, su supervisor.
- Víctor, hombre, como estás?
- Bien Martín, llegando a casa, cuéntame, ¿Para que soy bueno?
- Sólo te llamo para recordarte que en dos semanas más tenemos la fiesta anual en honor a los inmigrantes españoles, tú sabes lo importante que son ellos para la empresa, así que, cuento contigo ese día.
- Trabajo es trabajo, habrá que sacrificarse.

Lanzaron grandes risotadas, puesto que, continuamente su trabajo les proporcionaba oportunidades como aquella, en donde grandes fiestas, asados, juntas se daban fácilmente... pasarlo bien en otras palabras era la tónica del día a día.
Víctor colgó el teléfono, y de pronto pudo ver lo grande que era su casa, lo pequeño que era el, lo oscuro que era el vacío, lo ensordecedor que era el sonido de la soledad...

Los días pasaban todos iguales, todos tan corrientes, y en ocasiones tan desagradables, que Amanda debía hacer un esfuerzo aún mayor para rememorar con el pensamiento la última visita al Almacén de Víctor Aránguiz: El suave movimiento de sus manos al pasarle amablemente el papel que contenía la lista que iba a comprar, el delicado perfume Gautier que inundaba todo el lugar, el dulce sonido de su voz al preguntar como iba la vida a don Jorge, la manera en que distraídamente observaba las vitrinas y los muebles mientras don Jorge le respondía, la forma tan perfecta de su cuerpo...

-Amanda niña!!! Despierta de ese sueño mujer!!! Me tienes preocupada, has estado todo el día con la mirada perdida, vamos, que ya es tarde.

No se había percatado que el turno había terminado. Carola, su amiga y compañera de trabajo, la instó a moverse de una vez, y le invito tomarse un café antes de irse a casa.
Camino al Café Delicias de la esquina, saludaron a la pareja de ancianos que todas las tardes se sentaban en la plaza de enfrente, a alimentar palomas, y ver el cálido atardecer, hicieron el quite a Pablito, el chico que repartía el pan de la hora de once en su bicicleta a las familias del sector, dieron un buenas tardes a don José, el vendedor de flores y admiraron la belleza de las margaritas, las calas y las rosas, Amanda aprovechó el momento para comprar un ramo de sus favoritas gerberas rojas, hasta que llegaron al fin al Café Delicias.

- Un capuccino y un café negro sin azúcar, y dos masitas dulces por favor. Pidió Carola al mesero, quién la saludo como de costumbre. Luego se volteo a Amanda, la miró a los ojos, respiró profundo, pidió toda la dulzura que le podían dar del cielo y le dijo:

- Amanda, creo que es tiempo de que despiertes de ese sueño en el que te has sumergido, niña existe una vida real, y debes vivirla...

Realmente Carola estaba preocupada por lo distraída y aletargada que se había vuelto Amanda los últimos días. Ella sabía quién era el gestor de sus multiplicados sueños que la ponían de esa forma, y realmente quería ayudarla.
- Sabes Amanda, este fin de semana hay una fiesta en el Club Español, Fernando mi novio me ha invitado, quieres venir con nosotros, te hará muy bien salir de tu encierro...vamos ¿que dices?

El café ya había llegado para ese entonces, y Amanda le dio el primer sorbo. Era realmente increíble la capacidad para hablar y hablar que Carola tenía, realmente aquello le serviría en su futura profesión como relacionadora pública, y aunque Amanda parecía silenciosa y distraída, había estado captando cada palabra de su amiga.

-Está bien; dijo; iré con ustedes a la fiesta. Creo que tomar aires nuevos me hará bien...

Se despidieron a las afueras del Café Delicias, Carola tomó el bus que la llevaba a la universidad, pues estudiaba por las noches, y Amanda siguió su camino hasta su casa. ¿Habrá sido buena idea aceptar ir a esa fiesta?; se preguntaba. No conozco a nadie más que a Carola y a Fernando sólo de vista... Quizás no es buena idea ir. Puede verse mal, ni siquiera desciendo de españoles... ¿Que voy hacer yo en ese lugar y sin acompañante? Siguió caminando a casa preguntándose a si misma que tan buena había sido la idea de aceptar ir a una fiesta en la que sería una perfecta desconocida.
Preocupada y distraída observaba sus gerberas rojas y les hablaba prometiéndoles que llegaría a casa directamente a ponerlas en agua en un hermoso florero de cristal... Una y otra vez se preguntaba si sería o no correcto asistir a esa fiesta... Lo que no sabía ella era que, aquella noche de fiesta sería,la que para siempre cambiaría su vida...

2 comentarios:

Anabel Cornago dijo...

Pues ya me tienes enganchada, ja,ja, y deseando saber qué va a pasar cuando se encuentren en la fiesta....
Más besotes.

Emy dijo...

Que linda Anabel!!!, y que alegría que has quedado enganchada!!!...en cuanto tenga un tiempo, continuaré la historia, y veremos que pasará en aquella fiesta....todo puede suceder!!!, ni siquiera yo se aún con qué sorpresas nos podremos encontrar...un besote a la distancia amiga preciosa, cariños mil para ti...